-¿Sabes qué? Siempre está bien luchar por lo que quieres, pero la guerra tiene que acabar alguna vez y yo ya he decidido rendirme. Lo dejo. Estoy cansada de pelear y de intentarlo por todos los medios. Adiós.
-¡Eh! ¿A dónde te vas? Una guerra no acaba si los dos no quieren, y yo quiero seguir luchando.
-¿Pero es qué no lo entiendes? Tu no eres mi enemigo, eres el objeto a conquistar; es decir, no pintas nada en la decisión. Así que vete con ella, ¿vale? Es lo que estás deseando.
-¿Desde cuándo decides tú lo que deseo o lo que no?
-Desde que tengo ojos en la cara y veo como la miras.
-Te estás comportando como una niña pequeña. No tienes ni idea. Si te rindes, lo vas a lamentar.
-Lo llevo lamentando todo desde que me enamoré de tí.
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